Concebido originalmente como un "Pony Car", el Ford Mustang de 1965 poseía un concepto claro: ser un automóvil compacto pero poderoso. Posterior a la aparición de esta emblemática bestia cuyo nombre hace referencia al poder desbocado de un potro, el Mustang se convirtió en el auto deportivo por excelencia y quizá en el más representativo de la automotriz norteamericana.